En 1788, Europa estaba inmersa en una era de profundos cambios intelectuales y políticos. La Ilustración dominaba el pensamiento, impulsando el desarrollo de la ciencia y la razón como motores del progreso. Mientras figuras como Laplace y Euler avanzaban en matemáticas y física, Joseph-Louis Lagrange publicaba Mécanique Analytique, una obra que reformuló la mecánica clásica en términos de ecuaciones diferenciales y principios variacionales. Su enfoque eliminó la necesidad de visualizar las fuerzas individuales que actuaban sobre un sistema físico y en su lugar introdujo una metodología basada en energía y coordenadas generalizadas. Este cambio conceptual, aunque nacido en el siglo XVIII, ha permeado todas las ramas de la física y matemáticas aplicadas, incluyendo un campo inesperado: la inteligencia artificial.
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