En 1865, un por aquel entonces aún poco conocido William Stanley Jevons, escribió una obra llamada The Coal Question. Nadie imaginaba que sus ecos llegarían hasta el momento en el que leas este texto. En plena Revolución Industrial, Inglaterra dependía del carbón como fuente principal de energía. En este contexto, James Watt había mejorado la eficiencia de la máquina de vapor en las décadas previas, permitiendo que los motores consumieran menos carbón para producir la misma cantidad de trabajo. Sin embargo, en lugar de reducirse el consumo total de carbón, sucedió lo contrario: al ser más eficiente y rentable, su uso se expandió, impulsando aún más la industrialización y, con ello, la demanda de carbón.
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