En la década de 1920, el mundo, para variar, no se imaginaba lo que estaba por llegar. La Revolución Industrial había dejado su huella, y las sociedades se adaptaban rápidamente a la mecanización de procesos en sectores como la industria, los servicios y el comercio. En este contexto, la demanda de herramientas que facilitaran la gestión y el análisis de datos creció de manera exponencial, impulsada por el auge de las grandes corporaciones y la creciente complejidad de las operaciones comerciales. Este ambiente propició el surgimiento de empresas dedicadas a la creación de soluciones tecnológicas innovadoras, sentando las bases para una era de avances en la automatización y el procesamiento de la información.
Fue en este entorno dinámico y competitivo donde germinó la idea de consolidar tres compañías que ya lideraban sectores clave: la International Time Recording Company, especializada en sistemas de control de tiempo; la Computing Scale Company of America, centrada en balanzas de alta precisión; y la Tabulating Machine Company, pionera en el uso de tarjetas perforadas para la gestión de datos. Estas empresas, aunque exitosas por separado, enfrentaban desafíos similares en un mercado que exigía mayor escala, diversificación e integración de tecnologías. Su fusión en 1922 marcó el nacimiento de una entidad más fuerte y versátil, la International Business Machines Corporation (IBM), destinada a liderar la revolución tecnológica del siglo XX.
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