Imagina caminar por los pasillos de una universidad europea en los años 30 del siglo XX. La lógica y las matemáticas viven una revolución silenciosa. En el aire flotan preguntas tan fundamentales como desafiantes: ¿existe un método universal para resolver cualquier problema matemático? Entre debates acalorados y pizarras llenas de ecuaciones, tres mentes brillantes emergen con ideas que cambiarían el curso de la historia. Kurt Gödel, con sus teoremas de incompletitud, demostraba que las matemáticas no podían explicarlo todo desde dentro de sus propias reglas; Alan Turing comenzaba a soñar con máquinas que imitaran los procesos del pensamiento humano; y Alonzo Church exploraba la capacidad de representar cualquier cálculo mediante un sistema lógico conocido como el cálculo lambda. En estas ideas abstractas y aparentemente lejanas se encontraban las semillas de lo que hoy llamamos inteligencia artificial.
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