En las estrechas calles de Londres, donde las esquinas parecen moverse con la niebla y los nombres cambian cada dos bloques, existe una especie singular de navegantes: los taxistas con licencia oficial. Antes de que existiera Google Maps, antes incluso de los navegadores GPS, estos conductores memorizaban un laberinto de 25.000 calles y miles de puntos de interés con una precisión que rozaba lo milagroso. A ese proceso se lo conocía como The Knowledge, y era tan exigente que algunos lo comparaban con estudiar medicina.
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