En 1939, mientras Europa entraba en la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi utilizaba una máquina llamada Enigma para cifrar mensajes militares. Era considerada indescifrable por los métodos tradicionales. La seguridad de estos mensajes daba una gran ventaja táctica a las fuerzas alemanas. Fue en este momento crítico cuando Alan Turing, un joven matemático británico, entró en escena para cambiar el rumbo de la historia.
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