En la segunda mitad del siglo XIX, países como Estados Unidos, Reino Unido y Alemania lideraban una revolución tecnológica impulsada por el telégrafo, las redes de cables submarinos y la electrificación de las ciudades. Estos avances, promovidos por visionarios como Samuel Morse y Werner von Siemens, multiplicaron las necesidades de cálculo para gestionar comunicaciones en tiempo real, diseñar redes eléctricas y optimizar el transporte ferroviario y marítimo en un comercio global en auge. La crisis del “Pánico de 1873” evidenció, además, la urgencia de sistemas más precisos para manejar datos financieros y prevenir riesgos económicos.
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