En 2012, el término Big Data comenzó a emplearse de manera masiva, marcando un hito en la evolución del manejo de datos y su influencia en la sociedad. ¿Por qué hasta entonces no habíamos hablado de una era en la que los grandes volúmenes de datos eran la materia prima del momento? Las tecnologías del momento no lo permitieron.
El abaratamiento de la computación ha sido impulsado por una serie de hitos tecnológicos y económicos clave. La Ley de Moore, formulada en 1965, predijo el crecimiento exponencial de la capacidad de procesamiento y la reducción de los costes por transistor, lo que permitió fabricar chips más potentes y asequibles. La estandarización y masificación de componentes electrónicos, junto con la globalización de las cadenas de suministro, redujeron aún más los costes de producción. Además, el surgimiento de la computación en la nube eliminó la necesidad de costosos servidores locales, democratizando el acceso a potentes recursos computacionales. La aparición de dispositivos móviles y el Internet de las cosas (IoT) generaron una alta demanda que incentivó la fabricación en masa, reduciendo costes unitarios. Finalmente, avances en software libre y plataformas de código abierto disminuyeron las barreras económicas para desarrollar e implementar soluciones tecnológicas, haciendo la computación más accesible a nivel global.
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